Por: Alejandro Mejía Restrepo

No se necesita mucho para poner a dudar a un indeciso, este servidor que acá escribe, en este caso. Ahora bien, el reto, el verdadero reto está en brindarle seguridad a ese indeciso.

Me costó creer lo que me decían: la diferencia es simple, una raya. Ya lo dije, soy indeciso, así que entre una raya y un punto parecía que no se marcaba mucho la distancia entre decir si o decir sí. Pero fue el tiempo y el lanzamiento al vacío lo que hizo visible aquel abismo. Ya, dirán algunos, no es algo tan notorio, al fin de cuentas ¿no son la misma palabra? Y ahí siguen con ese cuento de que es la misma vaina. La misma vaina si habláramos del maracuyá y de la fruta de la pasión o de los croasanes y las medialunas, incluso del pan cacho, como le dicen en Cali, la sucursal del cielo, aunque también le dijeron alguna vez la capital mundial de la salsa y si se ponen a pensar a veces bailar salsa es morir y tocar a Dios, así que sí puede ser. Y si Cali es la sucursal del cielo las iglesias son los cajeros. También le dicen la sultana, como a Elkin Soto, el futbolista, al que apodaban el sultán. Cómo van a ponerle esa chapa, ese apodo, ese remoquete, ese alias, ese sobrenombre, ese mote, a un tipo llamado Elkin, sería algo así como “Elkinsultan”.

Pero no nos desviemos que vamos bien; insisto que al principio me costó entender la diferencia entre un si con punto y un con una raya por peinado. Quién iba a pensar que la vaina era tan simple. Con el punto es condicional, con miedo, con susto –lógica para un indeciso-, casi una excusa. El freno que no se activa de manera consciente. El que suena a acomodo. “Hagamos tal cosa”. “Está bien pero si…” y ahí está el punto, que más que punto seguido pareciera punto aparte, porque frena la idea, el impulso, el arranque. “Lo haría si…” y aparece la excusa. A lo mejor no te das cuenta del freno que pone tu mente. Yo no me daba cuenta. Ese punto era, más que una zona de confort, una caverna de la que daba miedo salir. ¿Qué puede ofrecerme el mundo si no es otra cosa que peligro? Pero vale la pena salir. Vale la pena decir sí. Sí, quiero ver cosas nuevas. Sí, quiero probar otras opciones. Sí, qué sensación la que acabo de descubrir.

Ahí está la diferencia de la que hablo. Ese si tan temeroso, tan poco osado. Tan de pronto o solo cuando me sienta cómodo. ¿Y cuál es el problema de no estar cómodo? ¿Qué tiene de malo sentirse un poco inseguro? Tambalear, mirar de reojo, buscar salida. Ahí está la vida, créanme. Pónganle la raya y verán.

Cambien el si por el sí.

Pónganle esa raya. Aventúrense y afirmen, láncense, arrójense, aviéntense, mándense, vacíense. Digan que sí. No les digo que cambien la vida aunque seamos honestos, un cambio siempre trae sorpresas. Lo cree un indeciso. Y ahora sí, se los aseguro.

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