Por David Sanín
“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”
Bertolt Brecht
Y no se apresure, amigo lector, a pensar que me refiero al espejo del baño, no. Tampoco al de las vitrinas de vidrio donde revisa si tiene bien puestos los pantalones, ni en el espejo de un carro en el que revisa no tener un moco campanero. No, me refiero al espejo creativo, ese efecto inconsciente sufrido por algunos improvisadores al repetir lo que otros hacen en escena.
Partamos de esto: la Impro es territorio incierto, recorrido sin meta, mapa en blanco y todas esas metáforas interesantes que usan los artistas para referirse al punto cero. Así pues, en ese salto al vacío, el improvisador se agarra de lo primero que estimula su creatividad y, como ya lo sabemos, un buen agarradero es un compañero que ya rompió el hielo y salió al escenario. Ojo, sirve como detonante, mas no como espejo.
Sale ese compañero y nos atrapa con su propuesta; una voz aguda muy graciosa que el público premia con una sonrisa, un cuerpo ágil o una línea divertida y, por imitación, queremos hacer lo mismo… ¡No! La imitación es enemiga de lo interesante. No imite la voz del compañero, ni sus movimientos, ni la personalidad del personaje que interpreta; mejor piense en un opuesto, en un complemento, en un aumento o una disminución.
A ver, veamos estas modulaciones: si su compañero sale y actúa recto, empinado, como Ego, el crítico de cocina de Ratatouille, usted no puede salir con otro personaje alto y empinado. Sale y lo complementa con un mesero encorvado, inseguro y asustadizo que gaguea al hablar. Esto será interesante y hará que el espectador, inconscientemente, se conecte con la escena para ver cómo esa distancia de esencias se mezclan para crear una tensión.
Igual pasa con un personaje inteligente y calculador como Cerebro, de las caricaturas de Animaniacs. No puede salir y proponer otro personaje inteligente, lo que le ayuda a este personaje a ser más ambicioso e interesante es que su compañero sea tonto, torpe e inocente. Y así la tensión ideal se dará por el vínculo. En este ejemplo la tensión no se da por el poder, sino por una amistad complementaria. ¿Me sigue? A un personaje rápido en escena lo complementa con uno lento, uno amoroso con uno frío, uno emotivo con uno apático. En fin, en vez de ser un espejo normal, aplique el efecto de un espejo cóncavo o convexo para distorsionar con su propuesta la de su compañero.
Tener otro tipo de espejo no solo será interesante y más divertido, también le ayudará a crear una tensión que luego se convertirá en una transformación de los personajes. Ahí aparecerá una anagnórisis y ¡puuum!, tendrá una escena que no parece improvisada y que el mismo Aristóteles disfrutaría.
Un personaje que vende una imagen es potencia para transformarse en la contraria.
Sigamos con el ejemplo de Ego en Ratatouille, entre más elevado es el estatus de este personaje y más frías sus emociones, más interesante será su cambio de estado. Si recuerda bien, este personaje regresa a su infancia y se conecta nuevamente con sus emociones gracias al plato que cocina Remi. Y Remi es una simple rata, mire lo lejano de este espejo entre personajes. Cuando Ego se convierte en un pequeño niño y Remi en un gran chef, es cuando la escena alcanza su punto más climático.
Ahora me dirá que en una historia competitiva no aplica mi teoría porque ambos deben ser iguales para competir. Pero, aunque los personajes se dediquen a la misma actividad y aparentemente sean espejo el uno del otro, serán sus características particulares las que garanticen el enganche del espectador. No importa si son corredores de carreras, boxeadores, ciclistas, concursantes de un reality o cualquier otra narrativa competitiva, es su especificidad la que genera lo interesante.
Por ejemplo, en Rocky IV mientras Rocky Balboa pelea por justicia y venganza, y se entrena corriendo en la nieve, golpeando troncos de árboles, y representando a la clase obrera y los valores familiares; su contrincante, Drago, es un peleador Ruso que entrena en gimnasios con aparatos sofisticados, recibe inyecciones con medicamentos científicos para mejorar su perfomance. Su personalidad y motivación representan el ego, la ciencia sin escrúpulos y el patriotismo.
Ambos personajes deben tener suficientes características en común como para parecernos un espejo, ambos son grandes y fuertes, ambos pelean bien, ambos son arrogantes, y torpes emocionalmente, pero son sus particularidades y motivaciones las que distorsionan el espejo que existe entre ellos. Independiente de cual personaje gane, el espectador tomará partido por el que más empatía le despierte y, cuando llegue el final de la competencia y uno se transforme en ganador y el otro en perdedor, serán esas particularidades las que sean interesantes para la historia.
Otra narrativa que alimenta mi punto es la de grupos o equipos. Ya sean personajes con super poderes como los X-men, Los Magníficos, Paw Patrol, o de grupos familiares como Friends, Casados con Hijos, o películas escuadrones de guerra, en donde aparentemente todos los miembro del equipo persiguen el mismo objetivo, cada uno tiene un poder diferente, una debilidad diferente, un arquetipo diferente.
Una simple fórmula.
Bueno, en una Impro parece difícil lograr este tipo de planteamientos, pero parta de esta simple fórmula: si su compañero salió a escena y sus ojos brillaron por su talento, no se atreva a imitarlo ni a hacerle espejo. Respete su personaje y salga a boicotear, a contrarrestar sus poderes, a desbalancear sus fuerzas, a contradecir sus ideales, a complementar su estado humorístico, aumente o minimice, pero no lo imite.
Y luego, para dar un buen show, acepten entre ambos esa tensión y exploten, mantengan ese vínculo y permitan que, al final de cuentas, haya una transformación de los personajes. Después de que se dé ese cambio de fortuna, dense un momento para reconocer que no pueden conquistar el mundo, o que cayeron y están tirados en la lona, o que al comer un plato de ratatouille se han transformado, el reflejo del espejo será diferente para cada uno y al reconocerlo se dará la anagnórisis.
Así de simple se construye una buena escena improvisada.