Por Carlos Pérez Pérez

Soy profesor de improvisación desde varios años (aproximadamente desde el 2008). Desde entonces he dado clases de improvisación a muchos grupos (muchos). Las personas que han llegado a Acción Impro a recibir el curso de improvisación, todas, han ido por razones diferentes.

En el 2022, al final del curso de Introducción a la impro (el primer curso para aprender a improvisar), tuve una socialización con uno de los grupos de dicho taller. Allí me llamó la atención que una de las alumnas dijera que yo “era muy fuerte en clase”, lo que mi agilidad mental me llevó a pensar en mi fuerza física y mis músculos, pero me miré y me vi flaco y escuálido, entonces supe que se trataba de otra cosa. La alumna, efectivamente, hizo hincapié a mi disciplina en clase, mis retroalimentaciones técnicas y a mi poco “coaching” emocional y psicológico.

Ahí caí en la cuenta que como ella, varias personas a lo largo de mi trayectoria como profesor de improvisación, pudieron sentirse “defraudadas” y/o “poco comprendidas” en clase. Y el motivo de esta “poca comprensión”, radicó básicamente, en su propio imaginario, pues muchos piensan que la impro es una especie de retiro espiritual, algo así como el Emaús del arte. Sí, lo siento, tengo que decirlo, pero el curso de improvisación no es un grupo de terapia. Eso es importante que lo sepan.

Decía al inicio que muchas personas van al curso de impro por razones diferentes:

-¡QUÉ MARAVILLA EL ENCUENTRO DE PREGUNTAS!-

Hay quienes van después de una ruptura amorosa o tusa y necesitan un lugar para no pensar en el ser des-amado; otras porque son tímidas y quieren forzarse a enfrentar sus miedos a través del teatro; otras porque quieren desarrollar su creatividad; otras porque siempre han querido actuar, –“yo hice teatro en el colegio”– dicen; otras porque el jefe les declaró: “o mejoras la escucha y la asertividad, o te sales de la empresa”; otras porque son actores/actrices y quieren aprender la técnica de improvisación; otras porque tienen en sus finanzas un dinero asignado a “otras actividades”; hay personas van al curso porque no quieren estar en casa y así, la lista es larga, muy larga.

Y con todas estas motivaciones, todas tan diferentes y diversas, el curso de improvisación no es un grupo de terapia. Eso es importante que lo sepan.

La técnica de improvisación está basada en el juego (ah, ahora entiendo todo. El famoso y desgastado “niño interior” que todo el mundo intenta recuperar). Y con el juego, la técnica de impro trabaja con conceptos como la escucha, la habilidad mental, el trabajo en equipo, la aceptación, el no-error, no juzgar las propuestas propias y las de la compañera o compañero, todos conceptos que parecen más de algún tipo terapia (ahora entiendo todo), que del teatro, pero que cuando vas al curso, te das cuenta que son herramientas para aprender a improvisar, para crear escenas o historias al instante.

Es igual que con los cursos de natación, de futbol, de artes marciales o incluso un curso de tejido o mandalas, son efectivamente, lo que son: nadar, correr tras un balón, aprender defensa, hacer una hermosa bufanda en hilo o dibujar figuras geométricas. En el caso de la impro, vuelvo y digo: aprender a crear una propuesta teatral, al instante.

El origen de la técnica de impro viene de los años 70`s (esta, la de teatro y deporte), porque la improvisación teatral como tal se desprende desde la comedia del arte (siglo XVI). Esta técnica que combina teatro y deporte, entrena habilidades y destrezas para poder crear una escena sin preparación. Esa idea de entrenar habilidades y destrezas es que la engancha a muchos, y pone en conflicto a otros, especialmente, a los que esperan “coaching” emocional y psicológico en el curso.

El auge de las pseudociencias ha incrementado el discurso “coaching” sobre cualquier cosa, Me sorprende la insistencia sobre la cual un objeto o un servicio, no puede ser la cosa en sí, sino que debe responder a un entramado motivacional:

Bancolombia, le estamos poniendo el alma.

Inspírate con nuestro Crepe Roastbeef. Un plato caliente para el alma, con Tajadas de roastbeef y queso, cebollas asadas, rúgula, mayonesa chipotle y el chucrut de cebollas armando la fantasía del sabor (ligeramente picante).

Esa necesidad de buscar discursos que levanten el ánimo, supongo yo, fue lo que llevó a mi exalumna al taller y quien, de manera directa, dijo que esperaba de mi parte, algo así como más “comprensión emocional” y menos “exigencia teatral” en la realización de los ejercicios, pues ella no buscaba ser improvisadora sino solucionar su “problema” personal. Me imagino que sentía que yo le exigía mucho (escénicamente hablando), en lugar de darle más motivación para la vida; es decir, quería un trato más terapéutico.

Pero, ¿qué es una terapia realmente?

La RAE la define como:

  • 1. Tratamiento de una enfermedad o de cualquier otra disfunción.
  • 2. f. Tratamiento destinado a solucionar problemas psicológicos.

En teoría, es un proceso que interviene lo físico y/o emocional para alcanzar alguna particularidad, y en esta intervención, también están  incluidos, los sentidos.

¿Puede realmente la impro servir de terapia para alguien que necesite terapia? Indudablemente, y eso también es importante que lo sepan. Al igual que la natación, el futbol, las artes marciales, un curso de tejido o un curso de mandalas. La impro, como el arte en general, tiene su principio sobre la Aisthesis, es decir, la sensación. Por ello el arte solo es posible desde la mirada sensible. -¿Y es que nadar, jugar futbol o hacer un curso de mandalas son también arte?- Pues no. Los primeros son deportes y el otro es una práctica de dibujo. Lo que sí es cierto, es que todos cobijan y tocan lo sentidos, medio por el cual la sensación logra activarse.

Es llamativo que alguien que tiene un problema emocional, una tusa, un miedo o una pregunta existencial, vaya a teatro en lugar de ir al psicólogo. De entrada pensaría uno que está perdiendo el tiempo o está evadiendo “la vuelta”, el problema. Pero no, el teatro es “mera terapia”; el error está en querer asociar metodologías, consejos de parte del profesor o una relación directa con la terapia conversacional de un psicólogo, terapeuta o psicoanalista y el teatro.

La impro, al trabajar con la Aisthesis o sensación, sí serviría como proceso para “terapiarle” la vida a cualquier sujeto de a pie que lo necesite. Pero su función en sí no es esa, su función, es prepararte para crear propuestas escénicas inmediatas, por eso, vuelvo y lo repito, el curso de Introducción a la Impro no es un curso de terapia, eso es importante que lo sepan.

Una cosa es que la impro le funcione a alguien como proceso terapéutico, otra que el curso o la técnica esté construida para resolver las dificultades o preguntas personales con las que ciertas personas van al taller.

Podría alguien tener un problema psicosocial y aún así, puede que el curso de impro no se lo solucione; como podría ir otro con el mismo problema y puede que el curso sí le de luces a su angustia.

Lo maravilloso de la impro que todos caben y está hecha para reunirnos en la pluralidad,  la especificidad se da en el interior de cada uno.

¿A qué va uno al curso de Introducción a la Impro entonces? Pues a desarrollar habilidades para crear propuestas teatrales improvisadas. Pare de contar. Lo que es interesante, es como el trabajo con la Aisthesis o sensación que proporciona la impro, permite que mientras aprendes a improvisar, puede que olvides la tusa, pierdas el miedo a hablar en público o te encuentres contigo mismo y tus miedos, eso sí: Solo tú, y nadie más que tú, te darás cuenta de ello.

Quizás hay una carga extra sobre la impro al colocarle responsabilidades motivacionales como “impro para la vida”, “improvisación para vencer tus miedos”, “impro y meditación”, “improvisación para triunfar en tu empresa”, “entrenador creativo” , entre otros; la impro, (y el arte en general), ya vienen con la Aisthesis (la sensibilidad) necesaria para salir adelante en la vida.

También me llama la atención, y es algo que me gusta y me parece interesante, es como las Compañías han optado por recurrir al teatro para capacitar a sus empleados, en lugar de llevar a un psicólogo o Gerente comercial.

-La magia de la sensitivo. En eso la impro tiene todo el poder-

Por eso muchas empresas les dan a sus empleados talleres de improvisación esperando mejorar o potencializar sus habilidades, para que finalmente, a la empresa le vaya bien. La ténica de impro en sí no es una terapia, pero el solo hecho de jugar, salir de la rutina y hacer teatro para aquellos que no hacen teatro, puede que sí lo sea.

Tal vez Keith Johstone, creador de la técnica de teatro deportivo y quien llegó a dar charlas TEDX (el formato de gringo sobre coaching y superación personal en vivo), jamás se imaginó que, aquello que comenzó como una técnica teatral en combinación con el deporte, ahora ande en los escritorios de los jefes de mercadeo de las empresas, intentando encontrar que la impro solucione problemas como que una Impulsadora de Ron mejore su relación con los clientes y que venda más, o que una empresa de Seguros logre, a través del ejercicios de improvisación, que sus empleados logren la aplicación del modelo de direccionamiento estratégico 2024.

También hay que saber que a no todo el mundo le funciona. Hay personas a las cuales la escena no les “terapia” nada; como si encuentran respuestas en el baile, la música o una toma de yagé. Por eso mismo, vaya a teatro, haga el curso de improvisación, libérese de las expectativas terapéuticas del arte y aprenda algo diferente y por ahí derecho, conoce gente, tenemos estadísticas de encuentros y relaciones de pareja que se han formado a lo largo de los años en los cursos de improvisación.

Recuerda, la improvisación es un método para aprender a crear propuestas e historias escénicas al instante. Pero si tienes una pregunta existencial, un problema emocional, una enfermedad que sanar… el curso de Introducción a la Impro es perfecto. Tal vez el curso logre resolver tu “queja interior”; y si no lo hace, pues no pasa nada, pues lo mínimo que te puede pasar es que te distraigas y aprendas a improvisar, aunque lo dudo, el arte moviliza de maneras no imaginadas, premeditadas, inclusive, improvisadas.

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