Por: Carlos Pérez
Trans- es un prefijo que significa “al otro lado” o “a través de”, “más allá”, etc; todas las acepciones nos llevan a una acción de sobrepasar o atravesar.
En la impro he descubierto tres vocablos importantes que llevan este prefijo: Transición, Transferencia y Tránsito.
Entendemos la Transición como la manera de pasar de una escena a otra; al igual que en el cine, que vemos un corte a negro al final de un situación X, un fundido entre dos escenas, el desenfoque de un personaje para ver luego el fondo de la escena, etc, así mismo en la impro utilizamos transiciones para pasar de un momento improvisado a otro.
La más común (incluso abrumadora) es la palmada. La persona improvisadora da una palmada para que quien esté improvisando terminen su escena y, quien dio la palmada, entre a escena a realizar una nueva escena.
La palmada ha sido por años la herramienta básica para que una Otra “se salga de escena” y de paso a la nueva idea.
La palmada (bien utilizada) funciona también como una herramienta dramática para dejar al espectador “en punta”, a la expectativa de algo importante o interesante que está sucediendo en la improvisación y que la improvisadora, como dramaturga en tiempo real, detiene o evita que se diga o se haga, para guardárselo a la espectadora para más adelante; algo así como:
“espérate y verás lo que se viene”.
La palmada ha tenido su propia evolución; ahora existe la doble palmada. Esta congela la escena al instante, es la mano de Dios que llega para detener lo que está sucediendo y entrar a sacar a uno de los personajes para, con el personaje que se queda, realizar un avance en la historia, sea de tipo temporal o situacional.
Tú, amiga improvisadora, recuerda que la palmada no es una patada de taekwondo para sacar de la escena a tus compañeras. La palmada es un llamado al cambio, por ende, permite que tus compañeras terminen el diálogo o la acción antes de entrar con tu nueva idea; solo en el caso que deseas detener el mundo escénico para decirle “espérate y verás lo que se viene”, entra y “patea” con tu propuesta la escena anterior, de lo contrario, espera,
LA CALMA LLEVA CONSIGO SUS PREMIOS.
La siguiente transición importante en la escena de la impro es la que muchas llamamos el “barrido”; algo así como entrar suavecito para tomarse el poder.
El barrido es una transición hermosa; permite que se pase de una escena a otra sin apagones de luz, sin ruido, sin suciedad. Es un artificio mágico de los cuerpos y las voces.
En el barrido, las improvisadoras deben entrar al escenario y colocarse “sobre” la escena de sus compañeras; pero colocarse sobre la otra escena no es una cuestión de agresividad ni torpeza, es nadar sin generar grandes olas.
En el barrido la idea es que la nueva propuesta, la nueva escena, saque de la escena a la anterior, colocando sus cuerpos y sus voces de una manera tal que silencie lentamente la anterior. Para ello es necesario que las improvisadoras escuchen el momento exacto para entrar, de tal manera que las espectadoras no sientan que le cortaron la escena abruptamente, sino que por el contrario, le están ofreciendo algo diferente.
Una transición ejemplar es terminar (desde adentro) o dejar terminar (desde afuera) la impro. ¡SIMPLE! Las improvisadoras que están en situación salen del escenario solas, porque su escena, sus personajes y la situación que estaban desarrollando llega a su fin; entonces ingresa la nueva manada de ideas y se da la siguiente escena improvisada.
La ansiedad es enemiga de las transiciones limpias, exactas y apropiadas.
Otra transición en la escena improvisada es a lo que yo llamo El Foco. Imaginémonos un escenario a oscuras, de repente se enciende a un lado derecho una luz, se apaga… entonces se enciende en el lado izquierdo otra luz, se apaga… y se enciende en la parte de atrás otra luz, se apaga…
Así mismo funciona con la impro, pero sin luces. Sí. Cada luz es una escena. Todas están al mismo tiempo en el escenario, pero no todas se “encienden” al tiempo; cada escena tiene su momento, su oportunidad y es un juego de tomar liderazgo y ceder, porque las improvisadoras son las mismas que encienden la luz y las mismas que las apagan; las escenas en simultánea forman un circuito para que las espectadoras transiten por las diferentes historias solo girando un poco su mirada, dejándose llevar por la experticia de las improvisadoras que saben en qué momento acallarse o en qué momento tomar la voz.
La transición de El Foco es un asunto de Transferencia: dar es mucho mejor que recibir.
La transferencia es otro aspecto entonces que tiene la impro para llevar a una espectadora, a través del mundo ficcional repentista, a un gran, divertido o bello show.
En la impro siempre estamos transfiriendo algo: ideas, acciones, palabras, propuestas, miradas, risas, errores, etc.
Se habla bastante de “Aceptar y decir Sí” a todo, Transferir para mí es mucho más amplio y completo. Transferir implica desproveerse del ego de la improvisadora, pero también ahorrar ideas para ofrecerlas en el momento exacto; es entregar la experiencia y la calma para salvar la impro; es lanzar una bomba cuando se necesita que haya ruido; es transar con la otra para que la ganadora sea la espectadora.
¡Es el negocio de la impro socio!
Transferir es también darle mi idea a la otra improvisadora para que la impro salga adelante, para que mi compañera o el personaje que ella está haciendo brille; ES UN ACTO DE SOLIDARIDAD, COMPASIÓN Y GENEROSIDAD.
Transferir en la impro es también saber liderar: algo tan complejo debe ser una acción simple y efectiva. Liderar en la escena conlleva empatía, inteligencia, riesgo y humildad. Las improvisadoras que imponen ideas no lideran, bloquean. Construir en bajo perfil una historia sin que nadie note que fuiste, es liderar y por ende, transferir.
La transferencia es una acto creativo, pero también una acción técnica. En la escena se nos ocurren muchas cosas al instante que aportan y alimentan la situación; también hay que prepararse para alimentar la escena: si hacemos improvisaciones de telenovela, terror, acción, Shakespeare, española, etc, ¿has leído cuentos de terror o al menos has visto una nueva película de terror? ¿Cómo te va con el objeto imaginario para tomar un arma o cruzar una pasadizo? ¿Podrías parafrasear el monólogo de Ofelia o las palabras de Macbeth? ¿Te da para nombrar tres estilos de tres directores españoles?
A la escena siempre estamos llevando del conocimiento y la experiencia propia; se hace necesario nutrirlo cada vez para poder transferirlo en cada presentación.
TRANSITAR
Transitarla improvisación es, para mí, un acto de madurez al que apuntar desde que se está chica.
Transitar es habitar la escena, quedarse en ella, sumergirse en las profundas y oscuras aguas de la nada para descubrir el todo. Es muy usual quedarse sin qué hacer, sin qué decir, sin nada que sea gracioso o interesante; pero esta necesidad de buscar tanto hace que la improvisadora no termine encontrando sino que se salga de escena, mate al personaje que la acompaña, provoque que la maten, huya en llanto o arme una discusión.
Transitar la improvisación es saborearse la situación y eliminar el miedo al fracaso. También hay que enseñarle al espectador a transitar la improvisación y a desproveerlo de la rapidez de chistes. El hecho que haya dos personas creando algo que no se ha ensayado, ya vale el precio de la boleta.
Se hace importante No abandonar la escena y quedarse, contemplar y vivir el momento en que dos personajes se miran, o esperan en un paradero de bus, o ven la televisión; en ese quedarse puede estar aquello que es interesante para la impro.
¿Y si no pasa nada? ¿Y si nos quedamos sin conflicto?
Pues te diría que transitar es buscar caminos dentro de la propuesta misma; las cosas surgen dentro del estar en la escena, no fuera de ella; muchas creen que si los personajes (realmente las improvisadoras) no saben qué más hacer en la escena, puede entrar en caos la improvisación, yo digo entonces que Transitar es pasar de la crisis a la esperanza en la escena. De ese no sé qué más hacer, escuchar cada minuta, cada fibra, cada cosa que se hace o se haga y “sacarle jugo”, exprimir aquello hasta no más poder, algo tendrá que resultar.
Transitar en la improvisación es un trabajo de mucha escucha y cero ansiedad. Es disfrutar con cada cosa que surge; no significa que la escena tenga que ser lenta o dramática, significa que la improvisadora esté más como improvisadora dispuesta y no como espectadora.
Sea como sea, con una transición, transfiriendo o transitando la escena, es evidente que todas estamos yendo hacia otro lado al elegir hacer improvisación.
Dejémonos llevar y llevemos, yo en este ocasión, he querido pasar de la O a la A, y ver en al escritura y en la impro la posibilidad de otra mirada, de otra universalidad y de un puente en donde, mientras se cruza, se juega y se disfruta más.
👏🏽🎭💯😁